Quería salir de todo aquello, sus palabras textuales fueron, quiero dejar de consumir y no solo de vez en cuando, sino para siempre.

La duda es que, si pasa de nuevo, ¿volverá a decirme la excusa del blanco y negro o negará haberme hecho esa afirmación?

El caso es que ha comenzado la terapia. Va todas las semanas a hacerse controles de orina, a hablar con una psicóloga, a ver resultados. En principio está progresando.

Le han recetado varias cosas para evitar los bajones y los cambios de humor y las toma absolutamente todas.

Actualmente estoy contenta porque veo que va acudiendo al CAD (centro de ayuda al drogodependiente). Realiza sus controles semanales y me va diciendo sus avances.

En unos días quiero ir con el a ver que tal va y que me dice la psicóloga, pero  ¿se recupera la confianza?,
¿se recupera la ilusión?, ¿hasta que punto la droga es capaz de engancharte para olvidar que tienes una pareja sufriendo?
¿Conocí realmente a una persona que no existe?

Supongo que el tiempo lo dice todo y dará la solución, hasta entonces el miedo de ir al cine, cenar fuera, celebrar mas cumpleaños existe.

Le volví a creer y de nuevo todo era muy bonito. ¿Hasta qué punto creemos por amor?
Vivíamos juntos ya. Madrugábamos los dos y la noche anterior me dejaba preparada la taza de desayuno, todos los días. Dormir abrazada a tu pareja, demostrando todo tu cariño y amor que le tienes, no tiene precio.
Se acercaba su cumpleaños, 40 ya y me hacía mucha ilusión preparar la mayor sorpresa que nadie le había hecho.
15 días preguntando tallas de pie, precios, mirando regalos y, finalmente comprarlos. Hasta una tarta de chocolate con la foto de la saga de una película de la que el es muy fan.

Todo comparado y preparado para el día de su cumpleaños, hasta que 5 días antes me llama por teléfono. Me dice que le duele la cabeza y que había llegado a casa a tomarse algo.
Salí de mi trabajo y fui a casa. La imagen que tuve fue la peor pesadilla que una persona pueda tener. Estaba en el baño, a su lado un rulo y el, bueno el estaba en el peor estado que lo he visto nunca.

Había decidido celebrar su cumpleaños por todo lo alto con todos sus amigos y eso incluía la droga. Una fiesta sin droga parece que no es una fiesta.

Lo veía fumar mucho, empalmaba un cigarro con otro y las caladas eran muy profundas. Se movía por toda la casa, hablaba por teléfono con sus amigos y yo, pues bueno, yo escuchaba la conversación.

Le pregunte, después de estar una hora esperando el momento. Le pregunte si había consumido y el me lo negó.
Después de pedirle por favor que me dijera la verdad, finalmente me dijo que si.
Me fui a trabajar otra vez y cuando llegue a las 5 de la mañana lo vi muy mal.

Cara pálida, boca desencajada, pupilas dilatadas y sobre todo muy a la defensiva.
Cogí todo lo que pude coger y me fui a mi casa. Definitivamente se acabo todo.

Su cara seria y su voz diciendo que me trataba con la crueldad que yo lo estaba tratando no se me va a olvidar.

¿Dónde esta la ilusión de hacer feliz a tu pareja ahora?

Siguieron las llamadas, mensajes, más llamadas.
Hablamos mucho al día siguiente y nos dijimos muchas cosas. Ahí entran las frases más difíciles de escuchar.
Al parecer la que puso la norma de no consumir fui yo y, supuestamente, no todo era blanco o negro. Entonces ¿debo asumir y aceptar su consumo? ¿Quien es culpable de la ruptura de todas las parejas y familias en estos casos?
¿Las familias deben aceptar el consumo de sus hijos?

Me parecía tan absurdo el comentario que me hizo que me quede sin palabras.
Le propuse ir a un centro de ayuda al drogodependiente y, finalmente, se hundió y me dijo que si. Que tenía un problema con las drogas y que quería salir de todo aquello.

Le creí. Y todo iba sobre ruedas.
La historia de amor más bonita que había vivido.
Era una persona muy atenta, me hacía feliz con cualquier cosa.

Llego el verano y nos íbamos a la piscina, salíamos a cenar incluso se planteó la idea de vivir juntos.

En agosto, una buena amiga mía celebró su cumpleaños y estábamos invitados.
Todo presagiaba que nos lo íbamos a pasar muy bien. Reunión de amigas, unas copas y unas risas.
Al día siguiente nos íbamos a pasar el fin de semana a casa de su hermana.
La noche del cumpleaños hablamos que quedar a una hora en un sitio céntrico para ir juntos a la fiesta pero un par de horas antes me llamó para decirme que lo habían llamado unos amigos para ir a ver el piso de uno de ellos.
Le dije que no había ningún problema y que nos veríamos más tarde.
Después de un rato me llamo desde aquella casa para decirme que salía ya. Lo noté raro de nuevo.
Cuando lo vi en el lugar donde habíamos quedado ya estaba igual que las veces anteriores. Acudimos juntos a la fiesta y después llegaron el resto de los amigos.
Todos tenían ganas de conocerme y me sentí muy bien.
Poco a poco sus amigos me preguntaban por mi trabajo y mi vida, imagino que era normal pero poco a poco veía como a mi pareja le cambiaba el rostro de nuevo. Aquella ocasión era mucho más evidente.
Después de pensar y pensar, salir a fumar en varias ocasiones decidí irme a casa con la duda.
Pasamos un fin de semana muy bonito, pero seguía la duda y después de una larga semana me lo confirmó una buena amiga.
Hablé por teléfono con el y se dio por acabada la relación.
Llegaron más promesas, flores, cartas. Y bueno, le volví a creer.

Hemos decidido poner este título a la historia de una chica que quiere mantener su anonimato.

Todo comenzó un día de Abril. Después de estar tonteando en el trabajo y de hablar por móvil, un día se decidió a invitarme a una fiesta.
Anteriormente habíamos hablado de todo: gustos en el cine, música, aficiones, incluso hablamos sobre las drogas.
El me confesó que consumió durante una temporada, muy larga, y que estuvo dentro de un programa de ayuda al drogodependiente, pero como era muy caro y no podía seguir pagándolo se vio obligado a dejarlo.
Es cierto que todos los inicios de las relaciones son como un sueño, y eso que al principio yo era muy reacia a empezar nada con nadie.
Aquel día de abril fuimos a la fiesta. Fantástica. Vimos una película incluso.
Pero lo vi extraño, la cara le cambiaba. Sonreía y al segundo le cambiaba el gesto. Hablaba raro y le pasaba algo en la boca.
No le di demasiada importancia y continuamos con la fiesta.
Al final de la noche me llevo a casa y se despidió como un caballero.
Fue inolvidable.

Al día siguiente nos vimos en el trabajo y fuimos discretos. Mi compañero me pregunto si estaba enamorada. Evidentemente le dije que no, en la primera cita no te puedes enamorar.

Pasaron los días, quedábamos para cenar, salir, ir al cine, incluso dormimos juntos. Hasta qué un domingo vino a verme al trabajo. Aparentemente lo vi bien, sólo hablaba muy alto pero no me pareció relevante hasta que salí a fumar a la calle y lo vi hablando con una persona extraña.
Se habían pasado algo y creo que se vio descubierto y me confirmo mi mayor sospecha. Había consumido.
Mi gesto cambio, no creía lo que decía pero era cierto.
Prometio y prometio que no volvería a pasar. Ahí fue cuando comprendí los cambios de la cara de la primera cita. Sonreía y al segundo se ponía triste. ¿Cómo puede una perdona sonreír teniendo en cuenta la gravedad de las cicustancias?
Le pedí por favor que se fuera a casa y que hablaríamos al día siguiente. Se fue, pero no paro de enviarme mensajes pidiendo perdón y prometiendo.
Llamó y llamó, enviaba mensajes y se presentó en mi casa.
Prometió que era la primera vez y que nunca más volvería a pasar.
Le creí.

Las personas drogodependientes recurren a diversos discursos para engañar y consumir.
Las personas que permanecen a su lado y que son perfectamente conscientes de lo que verdaderamente ocurre, deben ser fuertes ante las diferentes formas de reaccionar de una persona consumidora.
Estos comportamientos son:
Negación. La persona consumidora, en cuanto es descubierto, niega por activa y por pasiva que haya consumido.
Esconderse. Por ejemplo en una fiesta, el drogodependiente queda antes de verte para consumir. Durante la reunión, aprovecha que estas ocupado/a o distraído/a para irse al servicio y volver a consumir.
Te trata de loco. Te dice que ves cosas donde no las hay, que todo el mundo esta en contra tuyo.
En este aspecto es importante ser fuerte y no creer ni una sola palabra.
Cambios de humor. Un día están contentos y al momento tristes. Sufren depresiones, falta de sueño. Estos cambios de humor pueden llegar a romper una relación.
Creen tener el control. Una persona drogodependiente piensa que tiene el control de la situación. Mientras la gente que le quiere no se entere, no tiene porque pasar nada.
El problema viene cuando esas personas que le rodean saben la verdad de todo y se lo dicen. En ese momento, a la persona consumidora, se le escapa el control de las manos y actúa a la defensiva haciéndote sentir culpable de todo lo ocurrido. Le intenta quitar hierro al hecho de consumir y te dice, con otras palabras, que la persona responsable eres tu.
Ante estas situaciones es imprescindible tener la mente fría y abordar la situación de manera serena.
Si es necesario podemos recurrir a la ayuda psicológica en los centros de ayuda a la familia del drogodependiente.
Ellos saben muy bien como ayudarte y hacerte más fuerte ante las duras situaciones.